¿De qué modo los sistemas de poder participan en la configuración de la vida sexual? ¿En qué medida se ha ido transformando a lo largo de la historia la relación entre cuerpo, poder y verdad? El segundo encuentro del seminario café de mujeres invitó a debatir dos obras clásicas del pensamiento feminista cambiante, urgente e irreverente.
Belén Sepúlveda subrayó “Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación primitiva” de Silvia Federici. ¿Por qué, después de 500 años de dominio del capital, a comienzos del tercer milenio aún hay trabajadores que son masivamente definidos como pobres, brujas y bandoleros? ¿De qué manera se relaciona la expropiación y la pauperización con el permanente ataque contra las mujeres? Tributaria del pensamiento marxista y foucaultiano, Federici analiza en clave de género el intento por parte del Estado y de la Iglesia, en la Europa y la América de los siglos XIII a XVII, para transformar las potencias del individuo en fuerza de trabajo. A partir de la asociación entre anticoncepción, aborto y brujería, los crímenes reproductivos ocuparon un lugar prominente en el disciplinamiento del cuerpo femenino y el consecuente desarrollo del capitalismo. La caza de brujas, advierte, fue un intento de criminalizar el control de la natalidad y de poner el cuerpo femenino -y su útero-, al servicio del incremento de la población y la acumulación de fuerza de trabajo, constituyendo, por consiguiente, una guerra para degradar, demonizar y destruir el poder social de las mujeres.
Daniela Vago leyó y comentó “Pornotopía. Arquitectura y sexualidad en «Playboy» durante la guerra fría” de Paul Beatriz Preciado. ¿Cómo el sexo y la sexualidad, se preguntarán, llegan a convertirse en el centro de la actividad política y económica durante la guerra fría? A contrapelo, Preciado desarma críticamente el laboratorio Playboy para explorar la emergencia de un nuevo discurso que altera los modos normativos de codificar prácticas sexuales, de género y rituales de producción de placer. En el régimen farmacopornográfico del tardocapitalismo, subraya, el viejo modelo “panóptico” de control arquitectónico que vigila los cuerpos desde fuera quedó obsoleto. Un nuevo modelo de control trabaja, casi invisible, desde el interior del cuerpo mismo, modificando directamente la composición química del individuo: la píldora anticonceptiva es el panóptico hecho pastilla de la era farmacopornográfica. A medio camino entre la heterosexualidad segregada y monógama de macarthismo y los movimientos que apuntan a una lectura de los géneros no tradicional, Playboy modela una conciencia política del derecho masculino al espacio doméstico y a un espacio no regido por las reglas morales del matrimonio heterosexual: de la mano del International Style, Playboy es ante todo una revista de arquitectura moderna. Y todo ello, reivindica Hefner, anticipando los bastiones teóricos de los movimientos de liberación sexual y del feminismo.
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